Durante esta semana escuchamos el evangelio de Marcos, mostrando la tarea del Mesías, que es la de revelar con sus obras, el rostro paterno de Dios. Y es que Dios se esfuerza bastante para salir a nuestro encuentro, para hacernos uno con él. Reconocer a Jesús como Hijo de Dios implica un compromiso total de nuestra persona, es afirmar que ha sido nuestro maestro en palabras y acciones, y más aún que nos ha liberado de nuestros espíritus inmundos. No de una manera extraordinaria, sino de la forma más sencilla, nos ha liberado de nuestros demonios que vamos adoptando día con día, pecados veniales, vicios o malas actitudes. Sólo si nos permitimos tocar con su amor, vamos a poder proclamarlo como el verdadero Hijo de Dios. Y ¿Cómo dejarnos tocar por su amor? Acudiendo a su gracia, mediante el sacramento de la reconciliación. Pidamos al Señor la gracia de reconocerlo en nuestras vidas, aceptando el amor que nos tiene a cada uno de nosotros.
LOS ESPÍRITUS INMUNDOS GRITABAN: TÚ ERES EL HIJO DE DIOS. PERO JESÚS LES PROHIBÍA QUE LO MANIFESTARAN (MC. 3, 7:12)
