Hoy Jesús en su evangelio nos llama a estar alertas pero, sobre todo, preparados para el día que nos toque entregar cuentas a Dios de nuestros actos, para el día que Dios nos llame a su presencia.
Muchas personas prefieren no tocar el tema de la muerte porque les genera miedo, estrés y un sinfín de sentimientos. Sin embargo, Jesús habla puntualmente del tema. ¿Qué significa estar preparados? Como buenos católicos debemos pensar en la muerte como el camino final que nos permitirá estar con Dios por toda la eternidad. Por eso es bueno estar preparados como buenos peregrinos, el alimento nunca debe faltar, en este caso el alimento espiritual que es la Eucaristía, comulgar su cuerpo y sangre nos une a Dios, la confesión que nos limpia el alma, ya que solo almas puras pueden estar en la presencia de Dios.
Una vida justa, ser justo es cumplir la voluntad de Dios, actuar rectamente, buscar y hacer el bien en todo momento, para que el día que Dios nos pida cuentas, el día que nos llame estar tranquilos y en paz. Cuándo se nos pregunte, ¿Cuánto amaste? Simplemente abramos el corazón lleno de nombres.
Si estamos bien con Dios, ¿por qué tendríamos que tener miedo a rendir cuentas al Creador? Que se preocupen los que están lejos de Él, los que no lo aceptan, los que no lo aman, los que durante la vida no prepararon su camino con actos de amor y de bondad, los que se la pasaron haciendo el mal, los que decidieron la muerte en lugar de la vida. Simplemente los que decidieron “vivir” sin Dios.
Que nuestro camino sea Jesucristo, solo Él nos puede llevar a la casa del Padre, sólo Él nos puede preparar para ese día en el que viviremos eternamente en el corazón del Dios Trino.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí.”
Jn. 14:6