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EL REINO EN PARÁBOLAS (Mt. 13, 10-17)

En el evangelio de hoy los discípulos quieren saber por qué Jesús, cuando habla a la multitud, sólo habla en parábolas: ¿Por qué usas parábolas para hablar con ellos? ¿Cuál es el motivo de esta diferencia? Jesús, en ningún momento responde a la pregunta de los discípulos, sólo dice que “así entienden un lenguaje sencillo”.

Las parábolas: una nueva manera de hablar a la gente sobre Dios. La gente queda impresionada con la manera que Jesús tiene de enseñar, experiencia que nos llama a ir más allá, pues se trata de un lenguaje cargado de simbolismos y, sobre todo, de desafíos y contradicciones. Las parábolas son pequeñas historias con un inicio, un desarrollo y un final que nos dejan una enseñanza y una reflexión, acerca de temas específicos, que Jesús relata a través de ellas. Esta forma empleada por Jesús nos induce a pensar, nos lleva a implicarnos en la historia desde nuestra propia experiencia de vida. Hace que nuestra experiencia nos lleve a descubrir que Dios está presente en lo cotidiano de nuestra vida. La parábola es una forma participativa de enseñar, de educar. No nos da todo… No nos hace saber, sino que nos hace descubrir. Hay que tener el espíritu abierto para querer entenderlas, pero no todos están dispuestos a abrirse y dejarse impactar por las palabras de Jesús. En ocasiones también nosotros “endurecemos nuestros oídos y cerramos nuestros ojos, para no oír y ver, con el corazón” a Jesús.

Cuando un médico quiere poner una vacuna, necesita que el paciente relaje sus músculos y sea dócil, porque si no, la aguja le hará daño y puede quedarse sin recibir la medicina.
Dios regaló a su pueblo una ley e hizo con él una alianza. De esta manera, le preparó para la venida de su Hijo. Sin embargo, algunos endurecieron el corazón y no fueron capaces de acoger la revelación. Por eso Jesús se muestra triste en este pasaje evangélico, porque Él era el cumplimiento de lo que anunciaron los profetas y justos, pero muchos no supieron recibirle.

Las palabras desconcertantes: «al que tiene se le dará de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene» se refieren al aumento o disminución de la capacidad para entender el mensaje de Cristo. Unos comprenderán y se alegrarán con esa luz, pero los que se endurecen voluntariamente quedarán más confundidos.

Jesús nos pide docilidad, sencillez de corazón, apertura para poder acoger sus palabras. Aunque es posible que no nos sintamos capacitados para ello. En este caso, debemos pedirle confiadamente: «Señor, ayúdame, haz que vea, que comprenda lo que quieres decirme».

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