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DIOS ES MI PADRE (Lc. 11, 1-4)

El padrenuestro es una verdadera síntesis del Evangelio, un compendio de teología, un catecismo de vida cristiana, una auténtica escuela y taller de oración. Necesitamos descubrir de nuevo el padrenuestro como escuela de oración cristiana para rezarlo siempre con la sorpresa de una primera comprensión del mismo en profundidad. En la primera parte pedimos la santificación del nombre de Dios, la manifestación plena de su reino y el cumplimiento de su voluntad. En la segunda, pedimos el pan de cada día, el perdón de los pecados y la victoria sobre la tentación y el mal.

Les invito a reflexionar un poco al ritmo de esta oración. Padre nuestro; así nos abrimos también a Cristo, el hijo de Dios, nuestro hermano mayor, y a todos los demás hombres, nuestros hermanos. Que tu nombre sea bendecido y reconocido como santo por todos. Que tu reino venga a nosotros, es decir, que tu reinado de amor, tu soberanía amorosa y salvadora llegue al mundo de los hombres, manifestándose en toda su plenitud. Para esto, hágase tu voluntad en nuestra vida personal y comunitaria.

Danos hoy nuestro pan de cada día, el sustento diario, lo que necesitamos para vivir, sin acaparar lo superfluo y abiertos a compartir lo nuestro con los hermanos, especialmente con los más necesitados. Danos también, Señor, el pan de tu palabra y el pan de la Eucaristía, el cuerpo de Cristo que da vida eterna y un puesto en el banquete eterno.

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación que nos aparta de ti, para salir victoriosos de todas las pruebas, especialmente de la gran prueba del combate final. Haz que perseveremos en la fidelidad y líbranos del mal que pudiéramos realizar nosotros y del que podemos ser víctimas, para que, vencedores del maligno alcancemos la felicidad y bienaventuranza de tu compañía para siempre.

Como podemos darnos cuenta, la oración cristiana es muy rica y fecunda. No tiene solamente la modalidad de petición, sino que abraza toda una gama de matices que van desde la alabanza a la súplica, desde la acción de gracias a la conversión. La oración auténtica no debe orientarse de manera primordial hacia la verificación de nuestros deseos, sino que es, ante todo, encuentro y diálogo con Dios, apertura a Él y plena disponibilidad a su voluntad amorosa de Padre.

Hermanos, la respuesta de Jesús ante un mundo que sufre, es la oración del padrenuestro unida a la lucha cotidiana. Y nos invita a que también nosotros oremos siempre de nuevo al Padre y que, como sus hijos adultos, luchemos para que este nuestro mundo sea cada vez más de Dios. Amén.

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