La vida por sí misma es compleja, algunas veces se torna más complicada para algunos que para otros, en ocasiones llegamos a pensar que es injusta, muchas veces nos esforzamos por ser mujeres y hombres justos, que motivados por el Espíritu de Cristo, buscamos hacer el bien. Sin embargo, la vida nos golpea fuerte, enfermedades, pobreza, problemas familiares etc.
Hoy la Iglesia nos presenta la palabra de Dios en donde Jesús nuevamente pide fe, y en especial, el evangelio del día se centra en Pedro y sus otros apóstoles. Un día de trabajo malo, en donde no habían podido pescar nada, después de mucho trabajar. Pedro, desanimado y cansado se da por vencido. No pescar nada es equivalente a no llevar el sustento a su hogar.
Sin embargo, Jesús les dice, “Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar”. Pedro sabiendo que todo el esfuerzo hecho no había rendido frutos, obedece por fe a Jesús. “Confiado en tu palabra echaré las redes”. Para Pedro la presión de la vida le generó cansancio y desgaste, pero su fe, permitió que Jesús actuara, regalándoles una pesca abundante.
La fe en momentos de angustia es la llave para que Jesucristo pueda regalarnos amor, paz y tranquilidad. La fe es el ingrediente principal de la vida cristiana, es la motivación del día a día unida a Dios para seguir caminando ante situaciones de dolor, intranquilidad e incertidumbre. Seamos como Pedro, que a pesar de nuestro cansancio o desilusión existe una mano poderosa que nos sostiene, que nos protege y que nos ayuda, una mano que no defrauda, que socorre y no abandona.
¡Jesús, tu gracia me sostiene!