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APACIENTEN EL REBAÑO (1Pe. 5, 1-4)

Hoy celebramos en la Iglesia la fiesta de la cátedra de san Pedro, fecha en que recordamos la misión confiada por Cristo a Pedro. Al discípulo no se le confiaron solamente las llaves del Reino, también la fe de sus hermanos y el caminar de la Iglesia.

En esta carta, san Pedro alienta a sus hermanos pastores a dos acciones importantísimas: apacentar al rebaño y cuidar de él. Si bien, textualmente la carta va dirigida a quienes están eclesialmente a cargo de la comunidad, podemos rescatar el mismo mensaje para quienes de otra manera se encuentran pastoreando a tantas personas: padres de familia, docentes, administrativos, entre muchas otras formas de ser pastores.

Quiero iniciar recordando algunos puntos acerca del pastor. El pastor va delante de las ovejas, nunca las manda primero, es seguido por el rebaño confiado. El pastor cuida de las ovejas, incluso el mismo Cristo nos recuerda que el buen pastor permanece custodiando a sus animalitos aún en el peligro.

Apacentar a las ovejas es el ejercicio de guiar y liderar en el camino. Se apacienta en medio de la dificultad, cuando el camino parece lleno de problemas, apacentar es iluminar, ofrecer el consejo. Tú, ¿apacientas a quienes te son confiados o te conviertes en una carga extra para quienes esperan en ti? Recuerdo a “doña corajes”, la maestra que se acercaba para regañar y no para enseñar. Vaya tristeza.

Cuidar no es menor tarea, porque no se trata de sobreproteger. El pastor en ocasiones simplemente observa desde lejos, en ocasiones no requiere un sólo silbido. Tampoco cuida quien sobreprotege, porque a su vez incapacita a su oveja; no se apresa ni se amarra. Cuidar es acompañar en la libertad, y cuando están a punto del peligro, poder actuar como respuesta.

¿Cuántos errores, peligros y daños se pudieran librar cuando el pastor (padres, maestros, líderes, jefes, etc.) acompaña al rebaño?

La belleza de la Iglesia radica en nuestra capacidad de ser pastores y ovejas al mismo tiempo, compañeros todos en el caminar. Que durante esta Cuaresma recién iniciada nos demos cuenta de la importancia de velar unos por otros, y siempre ser responsables de aquellos que Dios nos ha confiado. Que Jesús, el Buen Pastor, siempre nos enseñe a buscar el bien de los demás.

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