SEDES
Colima Guadalajara Lagos de Moreno La Piedad León Puerto Vallarta Querétaro Tepic Uruapan Zamora Online
Bolsa de trabajo Bolsa de trabajo Portal de pago Online Biblioteca

English Assistance

A CUIDAR CELOSAMENTE EL TEMPLO DE DIOS (Jn. 2, 13-22)

En nuestra Arquidiócesis de Guadalajara celebramos el día de hoy el aniversario de todas las Iglesias consagradas. En todas las civilizaciones aparece el templo como un lugar de encuentro del hombre con Dios, nacen de la necesidad que tenemos los hombres de comunicarnos con Dios. Cada religión tiene sus lugares sagrados, donde la presencia de Dios se hace más tangible y el contacto con Él más asequible. Quieren ser, ante todo y, sobre todo, lugares para relacionarnos con Dios. ¿Por qué a los creyentes nos brota espontáneamente el deseo de comunicarnos con Dios? Porque hemos descubierto que Él existe, y que nos ama. Y, por eso mismo, Dios busca entrar en relación amorosa con nosotros. Buscando en nuestro interior, también descubrimos que nuestro corazón está hecho para el encuentro amoroso con Dios y con nuestros hermanos.

Lo sabemos por experiencia. Cuando las personas se quieren necesitan comunicarse, necesitan decirse una y otra vez que se quieren, que están contentas con ese amor, que es lo que les hace vivir. Podemos recordar lo que nos dice santa Teresa de esa comunicación amorosa que es la oración: “tratar de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos que nos ama”. Es verdad, con Jesús nos podemos comunicar en cualquier lugar, en cualquier momento. Pero las iglesias son lugares especiales para que de manera personal y de manera comunitaria nos comuniquemos con Él y con nuestro Padre Dios. Son lugares donde su presencia es más patente.

Otro punto a destacar en este día. Jesús es el Templo de Dios, es la presencia de Dios entre nosotros. Pues bien, también nosotros, como nos dice san Pablo, somos templos de Dios. Dios se aloja en nuestro corazón, se ha hecho nuestro huésped y habita en nuestro corazón. Ya nos lo anunció Jesús: “El que me ama guardará mis mandamientos y mi Padre y yo vendremos a él y haremos morada en él”.

Cada uno de nosotros somos templos de Dios. En realidad, para muchas de las personas con las que tratamos y que parece que tienen cegados sus ojos para llegar a Dios, nosotros somos la única posible presencia viva de Dios para ellos. Si vivimos bien como cristianos, si Jesús, el Hijo de Dios, es el motor que mueve y guía nuestros pasos, nuestros sentimientos, es el que está detrás de nuestras decisiones, algunos podrán intuir esta presencia de Dios en nuestra vida, porque Dios está instalado en nuestro corazón, porque somos templo de Dios.

No olvidemos pues, nuestros edificios de piedra serán tanto más “casa de Dios” cuanto más sean “casa de los hombres”.

Dejar un comentario.