La obediencia vale más que el sacrificio. El Señor te ha rechazado como rey.
Muy buenos días a todos, querida comunidad. Seguimos contemplando la historia de Samuel, ahora con el rey Saúl, y comienza el drama del reino. Seguro conocen el dicho, que también aparece en una canción popular, que dice: “no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor”. Pues algo así le pasa al rey Saúl, se acostumbró tanto a ser el rey, que olvidó que también era servidor de Dios, que para ser buen rey había que escuchar y obedecer a Dios.
A Saúl le pasa como a nosotros cuando, por ejemplo, se nos enseña a manejar y nos dicen que la luz amarilla es preventiva, es decir, hay que ir frenando. Pero luego, por costumbre y por ver que todos, hasta el mismo que nos enseñó, aprovechan ese momento para acelerar, terminamos haciendo lo mismo, arriesgándose a provocar un accidente. Y lo cierto es que Samuel, quien fue mentor de Saúl, le enseñó bien desde el principio que lo importante es tener una relación con Dios: escucharlo y cumplir con obediencia.
Amigos, así nos pasa con las cosas de Dios, probablemente nos instruyeron bien, que la obediencia es ir a Misa, rezar el Rosario y hacer obras de caridad, pero poco nos dijeron que así podemos tener una relación con Dios y terminamos haciendo lo que quisimos. No olvidemos las buenas enseñanzas de quienes nos instruyeron, purifiquémoslas con la formación y estemos vigilantes a que no nos pase como al rey que hizo lo que quiso y eso le costó el reino. Cuidado, que a nosotros nos puede costar la vida. ¡Buen día!