
Sean Osmin Hamud Ruiz · Egresado de Maestría en Fiscal
Lo dijo fuerte y claro el líder nacional del Partido Verde en su discurso dirigido a la militancia tucán: Virgilio Mendoza será el candidato de esa organización política para buscar la gubernatura de nuestro estado en 2027.
Con todas sus letras mencionó que podrían ir solos, en alianza con Morena o acompañados de otras fuerzas políticas.
Esta sentencia, tan contundente, abre un abanico amplio y colorido de posibilidades con las que seguramente comenzarán a fantasear más de un dirigente partidista.
Este instituto ha demostrado que funciona eficazmente como fiel de la balanza a la hora de hacer números electorales, ya sea aportando votos o bien dividiéndolos.
Virgilio, hay que decirlo, ganas tiene. Y también debe reconocerse que es un político experimentado, de cepa. Desprendidos de filias o fobias, se le identifica como alguien inteligente, hábil, conciliador. Si hay una región del estado que conoce bien, por supuesto, es Manzanillo. Y es plenamente consciente de la plataforma económica y social que esta representa.
Ese conocimiento, de su parte, resulta especialmente relevante ahora que comienza a ejecutarse el proyecto de ampliación en el puerto. La magnitud de esta inversión y su importancia para la infraestructura comercial del país van a requerir de capacidad probada.
Morena y su dirigencia no están acostumbrados a recibir instrucciones que no provengan de una sola persona. La sentencia expresada con tal contundencia puede no caer del todo bien en el ánimo transformador.
Un camino cuesta arriba, riesgoso y muy desgastante es el que se vislumbra. Además, en solitario, parece complejo que el Verde logre una preferencia electoral tal que le permita pensar que ganar la gubernatura es pan comido.
Sin embargo, donde el valor de Mendoza podría encontrar tierra fértil, surcos hechos y la posibilidad de un desempeño excepcional sería, considero, justo en la alcaldía manzanillense. Tomando en cuenta la construcción del Vaso II, definitivamente se requerirá de un timonel curtido y de altas miras.
MICROCUENTO
Con los años se acumulan manías, mañas. Mi café de la mañana lo considero un ritual místico. Definir el grano, el grumo, la cantidad, la temperatura y calidad del agua. Inspirar los primeros aromas de su preparación me resulta exultante. Y entonces me pregunto cómo he sido capaz de echar todo a perder con este quemadón de hocico…