
Una figura consolidada, con peso legal y confiabilidad probada, cuyo origen se remonta al Imperio Romano y que se utiliza en todo el mundo para garantizar, de forma estricta, el cumplimiento de objetivos y fines específicos.
Hablamos del fideicomiso.
Es importante entender y destacar que su regulación en México está respaldada por instancias de gran autoridad como el SAT, la CONDUSEF, la CNBV, la Ley de Instituciones de Crédito y el Código Civil, entre otras.
En su estructura interna, siempre existe un órgano colegiado: el comité técnico, encargado de definir y autorizar las acciones específicas que se ejecutan. Y, además, la institución financiera que lo administra supervisa que cada decisión esté alineada con los objetivos y propósitos establecidos desde su constitución.
En días recientes, el presidente municipal de Colima, Riult Rivera —quien también preside el comité técnico— tomó protesta a los integrantes del Fideicomiso para la Innovación y la Calidad Gubernamental de Colima (FIC).
Este fideicomiso surge con un objetivo central: identificar oportunidades de mejora en la experiencia ciudadana al recibir servicios o atención por parte del municipio. Paralelamente, gestionará convocatorias y evaluará proyectos, asumiendo la responsabilidad de implementar aquellos que sean viables, con eficacia, eficiencia y un enfoque financiero que asegure su rentabilidad.
Para lograrlo, busca también generar un entorno colaborativo entre el FIC y el ecosistema empresarial, apostando por una visión innovadora.
Se trata de una figura dinámica, de naturaleza financiera, que no pretende convertirse en un nuevo espacio de gasto, sino en una vía para generar ingresos mediante la mejora de procesos y el incremento de la recaudación.
Una propuesta sumamente interesante que vale la pena seguir de cerca: los convenios que se firmen, los proyectos que se activen, las reuniones de networking que ya están organizando, y, sobre todo, su estrategia.
MICROCUENTO
Todo mal. No importó el buen ánimo. Tampoco la experiencia. Creí que bastaba lo aprendido, pero no conté el demoledor tiempo.
Y así, el orgullo magullado y las posaderas dolidas. Pinches patines.