
Pbro. Lic. Armando González Escoto ∙ Dirección de Publicaciones, Sistema UNIVA
La misa exequial del Papa Francisco ha reunido a líderes, ministros y representantes de tres cuartas partes del planeta, algo que verdaderamente sucede muy rara vez. Para quienes participaron debe haber sido una sensación particular advertir que en esa ala de la explanada de la plaza de San Pedro estuviesen congregados prácticamente todos los poderes de nuestro mundo, comenzando por el Secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, la presidenta de la Comisión Europea, la del Parlamento Europeo, los reyes de Suecia, Bélgica, España, Liechtenstein, Luxemburgo, Dinamarca, Mónaco, Emiratos Árabes, Bahréin, los príncipes herederos de la Gran Bretaña y Noruega, los presidentes de Austria, Estados Unidos, Alemania, Francia, Brasil, Argentina, Ecuador, Polonia, y un largo etcétera.
México envió una comisión presidida por la Secretaria de Gobierno, ya que la presidenta, por esta vez, declaró que no asistiría, ya que cualquiera fuese su decisión, la iban a criticar; por esta vez, porque cuando fue a visitar al Papa Francisco, siendo candidata, no le importó mayormente el que la criticaran o no.
¿Cómo explicar su decisión? ¿Por motivos religiosos? Muchos de los reyes, príncipes y presidentes que asistieron no son católicos, sino protestantes, musulmanes, budistas, hinduistas. ¿Por sus orígenes judíos? Zelenski es judío, y ahí estaba en primera fila. ¿Sería entonces por provenir ella de un partido de izquierda? Si una izquierda es valiosa y digna de respeto es la que representa Lula da Silva, quien sí estuvo en el funeral del Papa, ¿entonces?, ¿será que se sentiría incómoda en medio de líderes mundiales de tan alto nivel? Si la decisión de no asistir provino de sus asesores, estos se asemejarían a los personajes de los chistes gallegos que ante una decisión clara, evidente y a todas luces correcta, optan por la contraria, y hasta lo presumen.
Es posible que no haya querido enviar una señal de reconciliación a la jerarquía mexicana, varios de cuyos miembros trabajaron en contra de su candidatura en las pasadas elecciones, o por lo menos no le brindaron ningún apoyo, pero una reacción así no sería precisamente la más adecuada, sería
tanto como pensar que la realidad del mundo se agota en las estrecheces de nuestra idiosincrasia mexicana, y que un liderazgo como fue el del Papa Francisco, reconocido por hombres y mujeres de todas las creencias religiosas y políticas, y del más elevado perfil, no significara nada para quienes siguen pensando que fuera de México todo es Cuautitlán.
Además del hecho estrictamente religioso de que México es el segundo país con mayor número de católicos a nivel mundial, y que este asunto no debe ser ignorado por un verdadero político, como lo dijera en su momento el expresidente de Uruguay, e izquierdista, José Mujica, hay que pensar igualmente en la oportunidad perdida de estar, encontrarse, dejarse ver y convivir en un tan singular y selecto consorcio de líderes mundiales.
¿O será un asunto de pudor? Temer que los demás líderes la vean como la presidenta de un país donde la delincuencia organizada mantiene su poder por encima de las autoridades legítimamente elegidas y que, en este punto, pese a los notables esfuerzos que se están haciendo, todavía no se logra un éxito presumible, … pudiera ser.
Cuando uno toma decisiones a tenor de las críticas posibles que se puedan recibir, se debería en todo caso sopesar con exigencia cuáles críticas son más respetables, y si aún esas pesan poco en comparación con las ventajas que se podrían obtener.
Armando González Escoto
armando.gon@univa.mx
Publicado en El Informador del domingo 4 de mayo de 2025.