
Mtro. Noé Esaú García Valencia · Coordinador Académico de Ciencias Económico Administrativas, UNIVA Querétaro
Recientemente, se celebró en la Ciudad eterna una nueva reunión del grupo C-9 en Casa Santa Marta, actualmente lugar de descanso de los cardenales participantes en el Conclave. A esta cita acudieron los purpurados que colaboran directamente con el sumo pontífice en el gobierno de la Iglesia, y destaca la participación femenina de la teóloga italiana Linda Pocher, la obispa de la Iglesia anglicana y vicesecretaria general de la Comunión Anglicana Jo Bailey Wells junto con la religiosa Giuliva di Berardino, que han tenido un papel significativo en dicha reunión del Consejo de Cardenales, en los temas relativos al papel de la Iglesia en el mundo actual.
El Papa Francisco muestra que más que una simple visión inclusiva dentro de la Iglesia respecto a la participación de la mujer, la verdadera justificación de su participación es de naturaleza teológica y no de naturaleza fáctica circunstancial. En otras palabras, se debe buscar e incentivar la participación de la mujer desde dentro de la Iglesia y no desde fuera.
La llegada de Claudia Sheinbaum al Ejecutivo, así como la ministra de la Suprema Corte de Justicia Lenia Batres Guadarrama, máxima autoridad jurisdiccional de México entre otras, que actualmente ocupan cargos de gran responsabilidad en la sociedad mexicana, son algunos ejemplos de cómo la mujer cada día asume puestos claves en la dirección de nuestro país. Sin embargo, desde la perspectiva teológica de la Iglesia, la participación de la mujer en la vida de la misma no es un tema de lucha de poder o reconocimiento feminista sino, por el contrario, como es señalado por el Vaticano II, la dignidad de los hombres deriva de su regeneración en Cristo; que comparten la gracia de la filiación y la vocación a la perfección a causa de la única salvación, única esperanza e indivisa caridad.
De tal forma, queda de manifiesto que en la Iglesia no existe ninguna desigualdad en razón de la condición social o sexo de las personas: hombres y mujeres compartimos una misma condición. Y para poner más énfasis en la concepción teológica igualitaria entre hombres y mujeres dentro del Cuerpo místico, el sumo pontífice ha señalado en su Carta apostólica Evangelii Gaudium la necesidad de ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva dentro de la Iglesia, enfatizando la enorme importancia de la mujer en las esferas más cerradas de la Iglesia, ya que la voz al interior de ella hace notar una visión diferente de la realidad de las cosas que no puede pasar por alto hoy en día, a causa de la profunda sensibilidad y profesionalismo en todas las áreas del saber humano de la mujer.
De hecho, no hay saber humano que escape de la presencia aguda del profesionalismo de la mujer actualmente. Nuestra sociedad necesita de más espacios con visión femenina, ya sea dentro de la Curia romana, en la Presidencia de los Dicasterios, dentro de las Universidades canónicas pontificias, en los Tribunales eclesiásticos, así como en los seminarios diocesanos y casas de formación. Los resultados positivos de la participación de la mujer dentro de las distintas esferas de la sociedad son evidenciados por la propia historia eclesial, especialmente con la participación de la mujer dentro de la Iglesia doméstica.