
Hoy en día es muy difícil que niños y jóvenes tengan el gusto y el hábito de la lectura.
Esto es algo que yo viví de primera mano, ya que de más chico no había cabida para la lectura en mi rutina diaria como entretenimiento. Eso fue cambiando, pero fue a prueba y error hasta encontrar mi tipo de literatura.
Ahora, ya de adulto y con diez años de experiencia como librero, he podido notar muchos de los factores que provocan que niños, jóvenes y adultos se alejen de la lectura.
Uno de los factores principales, desde mi punto de vista, es que es poco común inculcar este hábito desde temprana edad. Esto se debe a que dejamos esa costumbre de lado, dándole prioridad a otras formas de entretenimiento como la televisión, los dispositivos móviles, los videojuegos o las redes sociales.
Cuando los niños llegan a la adolescencia sin este hábito desarrollado, será muy difícil que de jóvenes adopten la cultura de la lectura. Para ese momento, se les suele exigir que integren un libro a su rutina con la intención de alejarlos un poco de los aparatos electrónicos, pero casi nunca se logra con éxito.
Un ejemplo claro de lo mencionado ocurrió un día en mi trabajo, cuando, hablando con un padre de familia sobre este tema, uno de sus hijos comentó: “No es cierto, yo leo mucho en mis redes sociales”.
Con esta afirmación dejaba en claro la prioridad que tienen las redes sociales para los jóvenes frente a tomar un libro y enriquecer su lenguaje y cultura general.
Otro factor que afecta el desarrollo del gusto por la lectura son las lecturas obligatorias en las aulas, estrictamente escogidas por los profesores, quienes suelen elegir clásicos de la literatura. Citando a Arturo Torres (2016, 13 de diciembre):
“Se puede pensar que las novelas que son de obligada lectura en los institutos no logran conectar bien con los jóvenes alumnos, al ser antiguos y no estar ambientados en el presente”.
Esto no quiere decir que no sean buenas, sino todo lo contrario; pero muchas de ellas abordan temas complejos de la sociedad o contienen reflexiones muy profundas, difíciles de entender para los jóvenes y, como señala la cita, resultan poco atractivas para ellos. Al estar enfocados en otros intereses propios de su edad, las leen solo por compromiso, sin llegar a comprenderlas e incluso abandonando la lectura.
Podríamos buscar infinidad de maneras para que los niños y jóvenes adopten el gusto por leer, pero en mi opinión, lo mejor es sentarse junto a ellos desde temprana edad durante un tiempo determinado para que el hábito se vaya generando. Recordemos que los niños aprenden por imitación de su entorno. Asimismo, dejarlos escoger sus propios libros es fundamental, pues así experimentan y descubren qué tipo de lectura les gusta más.
En conclusión, leer es una experiencia maravillosa que nos transporta a mundos fantásticos, pero adoptar el gusto y el hábito de la lectura es un proceso de prueba y error, ya que no siempre el primer libro será de nuestro agrado.
Lo importante es acompañar a los niños y jóvenes en este camino, guiarlos y compartir el tiempo de lectura con ellos.
Por lo tanto, seguir u omitir lo mencionado aquí puede hacer que la lectura se convierta en amiga o enemiga de niños y jóvenes.