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La educación radical

Mtro. Juan Pablo Ruíz Huerta · Profesor del Departamento de Ciencias Económico Administrativas (CEA), UNIVA Guadalajara

 

Hace unos días vi la película Radical de Eugenio Derbez, me pareció una película excepcional debido a que, en primer lugar, no hay tantas películas de educación en el catálogo y posteriormente, es una película que no exagera nada, muestra las cosas tal como suceden en México sin necesidad de hacer una crítica al gobierno en turno, porque en realidad la 4T no tiene la culpa, es un problema que se viene arrastrando desde hace más de 100 años.

Este filme nos muestra no solo un panorama educativo, sino un contexto de violencia social en el que estamos inmersos desde ya hace varias décadas. Como lo mencioné en una columna anterior (Los olvidados) la educación rural en nuestro país no funciona, es de muy bajo nivel y lo más triste de todo, es que pareciera no importarle a ninguna autoridad, pasan los sexenios y este problema continúa en ascenso.

En la película la niña Paloma Noyola tenía capacidades diferentes, era un genio en potencia, con muchas ganas de aprender y progresar, y me pregunto entonces, ¿en cuántas comunidades rurales no hay niños como Paloma?, esos niños análogos que no necesitan un smartphone para aprender, o perder varias horas mirando TikTok sin adquirir un conocimiento, niños que piden a gritos conocimiento, niños que quieren dejar sus realidades de pobreza extrema y violencia. La educación se ha convertido en un negocio muy redituable para muchos gobiernos y particulares, un negocio del que solo es importante el dinero y no generar conocimiento.

En mi experiencia personal, he participado en varios consejos técnicos, eventos que distan mucho de ser simplemente reuniones o momentos sociales informales, como algunos podrían pensar. En estos encuentros, tanto la Secretaría de Educación Pública como los directores de los planteles instan a implementar nuevas técnicas educativas que se adapten a las necesidades de las nuevas generaciones.

Resulta curioso observar que, al poner en práctica métodos diferentes que se apartan de la norma, uno se enfrenta a señalamientos y críticas. A pesar de la demanda en papel de una educación innovadora, la resistencia a dejar atrás las prácticas tradicionales persiste. La paradoja es evidente: se busca una transformación educativa, pero se aferra a una estructura cuadrada y rígida que requiere ajustes significativos. Este contraste entre las expectativas declaradas y las resistencias en la práctica ilustra la complejidad de lograr un cambio real en el sistema educativo.

La educación tradicional es la base de todo, pero no se puede seguir enseñando a los alumnos de la misma manera, no puedes enseñar a los alumnos con conocimientos de hace 20 años. El mundo y la sociedad están en constante cambio y tenemos que adaptarnos al mismo de manera muy rápida. Hoy incluso se debe exigir a las candidatas a la presidencia que tengan propuestas en materia educativa porque cada seis años en los debates presidenciales este es un tema que brilla por su ausencia. Es necesario resolver el problema de raíz y hacer cambios significativos reales, porque en México solo el 18 % de los estudiantes que inician la educación primaria concluye una formación universitaria. Pero, ¿dónde está ese 82 % restante? Por supuesto que se encuentra en la calle, se encuentra trabajando en un sistema capitalista, con jornadas laborales extensas, sin tener tiempo para su salud emocional o física, incluso sin tiempo para sus familias; están en este maldito sistema al que puedes dedicar 25 años de tu vida a una empresa para que al final, solo te dé las gracias y pases a convertirte en desempleado a los 45 años, considerado además, ya obsoleto para trabajar.

Así como el sistema educativo a menudo parece carecer de valor, me pregunto cuántos de ese 82 % poseían un potencial excepcional que no pudieron manifestar al mundo. En la actualidad, las redes sociales parecen estar contribuyendo a fomentar la ignorancia entre los estudiantes. Se percibe como más novedoso e importante dedicar tiempo a ver videos, faltar a clases, llegar tarde e incluso descuidar la realización de tareas. Este fenómeno amenaza con desviar la atención de habilidades y talentos que podrían haberse desarrollado plenamente en un entorno educativo más enriquecedor. Es crucial reflexionar sobre cómo podemos cambiar esta dinámica y redirigir el enfoque hacia el verdadero valor y potencial de la educación.

Al igual que el maestro Sergio Juárez Correa, interpretado por Eugenio Derbez, somos muchos quienes compartimos la pasión por la enseñanza. Sin embargo, lamentablemente, nos enfrentamos a la cruda realidad de que, a pesar de numerosas contribuciones, la figura del profesor a menudo se ve limitada por las expectativas de alumnos, estudiantes y padres de familia.

Es imperativo reconocer que el cambio educativo no solo depende de maestros comprometidos, sino también de coordinadores, directores y Secretarios de Educación Pública dispuestos a adoptar enfoques radicales. Estos líderes valientes son los que pueden transformar el rumbo de la educación en nuestro país, generando un cambio educativo profundo que llevamos décadas esperando. Juntos, podemos superar los obstáculos y construir un futuro educativo más prometedor para las generaciones venideras.

Comunicación Sistema UNIVA

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