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CEO de Disney anuncia que la empresa dejará la agenda woke

Fabián Acosta Rico · Docente investigador

Combinar economía con ideales culturales y políticos no siempre resulta una estrategia acertada. Esta lección la aprendió Disney, también conocida como la «Casa del Ratón», cuando sus ingresos se vieron gravemente afectados. Defender los derechos de la comunidad LGBT, asumir consignas feministas y visibilizar a las minorías étnicas son gestos loables que, aunque inspiradores, no han garantizado rentabilidad en la venta de suscripciones y boletos de cine. 

Los números no tienen simpatías ni causas justas: son fríos y directos. Desde que Disney adoptó un enfoque más inclusivo en sus producciones, sus ganancias han caído drásticamente. Películas como Lightyear, Strange World, Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, Guardianes de la Galaxia Volumen 3, Thor: Love and Thunder, Black Panther: Wakanda Forever, Elemental y La Sirenita generaron pérdidas significativas debido a su baja recaudación en taquilla. 

El costo total de estas ocho películas fue de 1,735 millones de dólares, con 1,015 millones adicionales destinados al marketing, sumando un gasto total de 2,750 millones. Sin embargo, lo recaudado en cines apenas alcanzó los 1,861 millones. Dado que las salas de cine retienen aproximadamente el 50 % de las ganancias (y hasta el 75 % en China), Disney enfrentó una pérdida estimada de 889 millones de dólares. 

Durante décadas, Disney se mantuvo como líder indiscutible del entretenimiento global gracias a su portafolio diversificado de series, parques temáticos y franquicias como Pixar, Star Wars y Fox. Pero en su apuesta por abrazar la agenda «woke», buscando conectar con públicos que valoran el empoderamiento femenino, la diversidad sexual y la descolonización cultural, algo salió mal: las audiencias rechazaron el cambio y se distanciaron de la compañía. 

Muchos antiguos seguidores de la cultura hollywoodense migraron al mundo otaku, buscando mangas y animes menos influenciados por discursos ideológicos. Mientras tanto, Disney se enfrentó a críticas por sacrificar buenas historias en favor de mensajes percibidos como adoctrinadores. Incluso su plataforma de streaming, Disney+, tuvo problemas con audiencias raquíticas para series como She-Hulk, Echo y The Acolyte. 

Ante esta crisis, el CEO Bob Iger tomó la decisión de reorientar la estrategia. En una reunión con su junta directiva, se acordó priorizar el entretenimiento sobre las agendas políticas, buscando un equilibrio entre representación y diversión. “Nuestra prioridad debe ser entretener, no promover agendas”, expresó Iger a los inversores. 

Los cambios ya han comenzado. Un ejemplo es la eliminación de un personaje trans en la próxima serie animada Ganar y Perder, una decisión basada en la preferencia de algunos padres por abordar estos temas según sus propios valores. Sin embargo, Iger dejó en claro que la inclusión llegó para quedarse. Producciones exitosas como Coco, Moana y Pantera Negra demuestran que la representación cultural y social tiene gran aceptación entre el público. 

“El público es diverso, y debemos ser cuidadosos para no dividir a nuestra audiencia”, subrayó Iger. La clave estará en ofrecer una amplia variedad de temáticas e historias sin descuidar las raíces culturales ni imponer representaciones forzadas. Respetar los contextos étnicos y culturales en narrativas históricas, como mantener un elenco asiático para una película de samuráis o uno caucásico para una historia de vikingos, no debe ser visto como reprobable, sino como un ejercicio de autenticidad narrativa. 

Disney parece haber aprendido una lección crucial: el equilibrio entre inclusión y entretenimiento es el camino para reconquistar a su público. 

Comunicación Sistema UNIVA

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