
Mtro. Alejandro Bravo Guzmán · Jefe de Desarrollo Institucional, UNIVA La Piedad
En un año marcado por temperaturas récord y un cambio climático que ha dejado de ser una advertencia lejana para convertirse en una realidad cotidiana, la humanidad parece haber llegado a un punto de resignación. Las conversaciones sobre el cambio climático, antes urgentes, se han vuelto rutinarias, como si la sociedad hubiera aceptado que poco se puede hacer al respecto. Sin embargo, la naturaleza nos recuerda su poder con eventos extremos como las lluvias torrenciales de la tan esperada temporada de huracanes. Por ejemplo, en redes sociales se leen post como «Bendito Huracán Berly», agradeciendo por las lluvias que han revitalizado la tierra después de una sequía interminable.
En medio de estos fenómenos naturales, surge un concepto que promete transformar nuestra relación con el medio ambiente: la bioeconomía. Este término, que ha ganado prominencia en los últimos años, se refiere a una economía enfocada en la sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de negocios. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su división de BID Invest, la bioeconomía se basa en la utilización de recursos biológicos renovables, como plantas, animales, microorganismos y biomasa, para producir alimentos, materiales, productos químicos, energía y otros bienes y servicios de manera sostenible.
Pero qué es la bioeconomía y qué propone, pues una transición desde los productos químicos tradicionales, utilizados en todos los sectores productivos, hacia materiales y productos sostenibles provenientes de recursos naturales. Esto incluye el uso de residuos naturales, semillas, frutas y plantas. Esta transformación no solo implica un cambio en los materiales que utilizamos, sino también en los procesos de producción y en la forma en que concebimos la economía y el desarrollo hoy en día.
La transición hacia una bioeconomía no está exenta de desafíos. Requiere una inversión significativa en investigación y desarrollo, así como políticas públicas que fomenten la innovación y la adopción de prácticas sostenibles. Además, es crucial la colaboración entre gobiernos, empresas, universidades y la sociedad civil para crear las condiciones legales que facilite esta transformación.
A pesar de estos desafíos, las oportunidades que presenta la bioeconomía son inmensas. La capacidad de aprovechar los recursos biológicos de manera sostenible no solo tiene el potencial de revitalizar economías locales, sino también de generar un impacto positivo en el medio ambiente a nivel global.
Conclusión
La bioeconomía representa una visión moderna y sostenible de la economía, alineada con los principios de sostenibilidad y conservación del medio ambiente, impregnada de una alta responsabilidad social En un contexto donde los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, adoptar un enfoque bioeconómico no es solo una opción, sino una necesidad urgente. Al enfocarnos en la utilización de recursos biológicos renovables, podemos construir un futuro más resiliente y sostenible para las próximas generaciones.