
Pbro. Lic. Armando González Escoto ∙ Dirección de Publicaciones, Sistema UNIVA
En México la justicia alternativa es aquella que por medio de otros recursos busca llegar a una conciliación sin necesidad de un juicio. Pues ahora estamos viendo el afianzamiento de otra inesperada faceta de dicha justicia alternativa, es decir, que la justicia que aquí no tenemos la haga otro país, de donde la vieja frase “pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos” pudiera tener una nueva formulación.
Son incontables los mexicanos que se han visto esperanzados ante la perspectiva de que el gobierno norteamericano aplaque a las poderosas bandas delincuenciales que operan hasta la fecha, incólumes, en todo el territorio nacional. Sabemos desde hace muchos sexenios que estas bandas han siempre comprado impunidad lo mismo a la autoridad más inmediata, o sea, la policiaca, que a la de los más altos niveles en los Tres Poderes, tanto estatales como federales.
En el año 2010 se estrenó en México una película atinadamente titulada “El Infierno”, bajo la dirección de Luis Estrada y protagonizada por Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Ernesto Gómez Cruz, María Rojo, Elizabeth Cervantes y Daniel Giménez Cacho. Eran los años felices del segundo mandato panista, y la cinta muestra con toda nitidez no el fracaso, sino la colusión de las autoridades con la delincuencia, en este caso, del narcotráfico, precisamente en el momento en que esta actividad criminal incursionaba en nuevas áreas de oportunidad, como el secuestro, el cobro de piso, la comercialización a gran escala de productos agrícolas, ganaderos, mineros y energéticos desde luego robados, realidad que hacía en cierto modo anacrónica a la película en el aspecto narcotráfico, pero no en el de la colusión de las autoridades. Todavía en esos años se pensaba que, de las fuerzas armadas de la nación, solamente la marina escapaba a la corrupción, vacío que como hemos visto en estos días se ha llenado.
Pero si los tribunales norteamericanos han atraído tan notable número de casos mexicanos se debe también a la exitosa operación de la “inteligencia” estadounidense, es decir, la capacidad de investigación a fondo de personas, redes, nexos, territorios, actividades, padrinos, lo cual nos lleva a preguntarnos ¿será que hoy día las autoridades de aquel país están mucho mejor informadas que las nuestras de lo que sucede en México? Y puesto que muchos de los delitos perpetrados por mexicanos se cometen lo mismo aquí que allá, repercutiendo directamente en Estados Unidos, que mejor ocasión para ejercer esa otra alternativa de la justicia.
A nuestros gobernantes no les ha quedado otra salida que poner cara de asombro o confesar públicamente que no tenían idea de lo que aquí pasaba, e igualmente admitir que delincuentes presos y confesos allá, acá gozaban del mayor respeto, atención y cuidado, porque eran Secretarios de la Defensa Nacional, gobernadores, Secretarios de estado, respetables empresarios y hasta líderes sociales, de ese tamaño es la impunidad
que impera en nuestro país, y de ese tamaño la vergüenza que provoca el que “al otro lado” la justicia sí exista y acá brille por su ausencia.
Evidentemente, la impunidad no es barata, mucho menos tratándose de delitos que involucran ganancias millonarias, y no es solamente cuestión de ofrecer votos a cambio de que la autoridad mire para otra parte, también es asunto de sobornos millonarios que comienzan desde lujosos y extravagantes regalos que se envían a los políticos indicados, o involucramientos que atan las manos de unos y otros ¿hasta cuándo tendremos que atenernos a que la justicia llegue de otro país?
Armando González Escoto
armando.gon@univa.mx
Publicado en El Informador del domingo 28 de septiembre de 2025.