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LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN EN VALORES EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA

Agustín Rangel Castañeda · Docente de Campus Zamora 

«La utopía está en el horizonte.

Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos.

Avanzo diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.

Entonces, ¿para qué sirve la utopía?

Para eso, sirve para caminar.»

Eduardo Galeano.

EL SER HUMANO COMO INDIVIDUO ÉTICO

Cuenta la mitología griega que los dioses del Olimpo habían creado a todos los seres de la naturaleza. A cada uno le habían otorgado un don especial: a los osos su fuerza descomunal, a los felinos sus garras afiladas y su agilidad, a las aves rapaces su vista privilegiada y su vuelo veloz. Al final, ser humano no había alcanzado ningún don: era un ser con poca fuerza y velocidad, sin garras ni colmillos afilados y no contaba con sentidos privilegiados.

El titán Prometeo, al ver su miseria y su vida precaria se apiadó de ellos y decidió robar el fuego a los dioses y otorgarlo a la humanidad. Por este acto de amor, los seres humanos pudieron protegerse con el fuego en las entradas de sus cavernas, cocer sus alimentos y progresar como humanidad. Prometeo, como castigo por su osadía, fue castigado por los dioses. Fue encadenado al monte Cáucaso y aves de rapiña devoraban sus entrañas. Debido a su inmortalidad, cada noche sus heridas sanaban y su suplicio se repetía con la llegada del sol.

Este hermoso mito encuentra su par en la explicación científica del homo sapiens. Después de millones de años de evolución, el desarrollo del cerebro del ser humano le permitió desarrollar facultades ontológicas que le diferencian del resto de los animales de la creación. Los humanos poseen razonamiento que les permite identificar las causas y consecuencias de sus actos y de los fenómenos que le rodean. Con esto ha desarrollado el discernimiento “un proceso que se refiere a la capacidad de elegir entre dos opciones que se consideran buenas, pero que requieren una reflexión profunda y un análisis cuidadoso en el que se busca determinar cuál de las dos opciones es más acertada o conveniente para una situación en particular” (Cortés, 2025) que le permite analizar los actos y prever sus posibles consecuencias. Como parte de sus capacidades superiores, los seres humanos poseen libre albedrío, cimentado en su voluntad, que les

permite decidir cómo actual ante ciertas circunstancias. Por todo esto se puede afirmar que el ser humano es un ser racional, social, libre, histórico, cultural y ético.

Varó Peral afirma que, para considerarse un individuo ético, el ser humano debe ser consciente de sus actos, libre de decidir, responsable de las consecuencias de sus actos y reflexivo ante el impacto que tiene con sus congéneres. (Varo Peral, s. f.)

Aristóteles afirma que todos los seres poseemos la misma esencia que abarca capacidades que hay que potenciar: somos libres, diferentes en capacidades, iguales en derechos y obligaciones, reflexivos, racionales, conscientes del tiempo, capaces de general cultura y transmitirla a nuestros descendientes. Como resultado de nuestra esfera trascendental, los seres humanos poseemos una dimensión axiológica y teleológica.

 

LOS VALORES Y SU JERARQUÍA

Un valor es “una creencia básica a través de la cual interpretamos el mundo, damos significado a los acontecimientos y a nuestra propia existencia“ (Sánchez Marín, Lledó Carreres, & Perandones González, 2012). El valor es aquello que le interesa al individuo, que considera valioso y, por ende, que tiende hacia su conquista. Esta dimensión axiológica es inherente a la condición humana. En lo personal y en una intersubjetividad social, los seres humanos poseen valores que orientan su conducta y condicionan su actuar personal y social. Los valores no son objetos o sujetos concretos, más bien son cualidades adheridas a un bien u objeto. Los valores tienen su bipolaridad, es decir, poseen un contrario que se les opone y que permite que haya escalas de éste. En consecuencia, los valores son universales ya que no desaparecen, sino que son cambiados en la escala de valor.

La cita bíblica “donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mt. 6 21) ejemplifica con claridad lo que Ortega y Gasset (1973) explica al afirmar: “Antes que hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer. Pero esta decisión es imposible si el hombre no posee algunas convicciones sobre lo que son las cosas en su derredor, los otros hombres y él mismo. Solo en vista de ella puede preferir una acción u otra, puede en suma, vivir” (Sánchez Marín, Lledó Carreres, & Perandones González, 2012)

La percepción de lo valioso es parte de la naturaleza humana. Ya sea por costumbre, por acuerdo social, por dictamen moral o sentencia legal, el ser humano posee una jerarquía de valores que condiciona su conducta en lo personal y lo colectivo. En cada época de la existencia de la humanidad prevalece cierta jerarquía de valores que se percibe como más meritoria que otra. Cada sociedad, regida por un sistema de vida, posee una determinada escala de valores que rige los comportamientos sociales.

 

LOS VALORES EN LA ERA POSTMODERNA

La sociedad mexicana, como muestra de la humanidad completa, se caracteriza por un comportamiento deshumanizado, individualista, centrado en la comodidad, el confort y el bienestar a ultranza. Algunos sociólogos (Pruzzo, 2002; Zeraoui, 2002) identifican el cambio en la jerarquía de valores como el principal problema que está minando la sociedad contemporánea.

Jean François Lyotard (Lyotard, 1984), Gianni Vattimo (Gil, 1999) y Humberto Eco (1964) caracterizan a la sociedad posmoderna por manifestarse contra la razón y la lógica, abandonando así las grandes cosmovisiones, como el cristianismo y su moral. Esto provoca un relativismo en los valores, dando paso a un pragmatismo exacerbado que limita las metas encaminadas al perfeccionamiento humano. En la sociedad actual, las minorías han ocupado un lugar importante al igual que los medios de comunicación que otorgan y validan las nuevas normas morales. (Bernal Higuita, 2013)

Si a esta evolución cultural natural se le añaden los valores preconizados por el sistema capitalista-imperialista se entiende el consumismo como medio para llenar el vacío existencial, la inmediatez en la búsqueda de recompensas, la percepción del individuo como un ser consumidor y productor. Se le reduce a una parte del sistema de producción que se vuelve obsoleto cuando disminuye su productividad, hecho que justifica su sustitución por otro individuo más joven y capaz de sumarse a la cadena productiva.

IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN EN VALORES EN LA SOCIEDAD ACTUAL

Si el cambio en la jerarquía de valores es el motivo de la mayoría de los problemas que aquejan a la sociedad, en oposición natural, la formación en valores es la solución a tal problemática.

La solución parece sencilla, pero existen varias complicaciones que hay que considerar. La familia ha abandonado su papel primordial como formadora de valores y ha cedido su lugar a otras instituciones sociales como la escuela, la iglesia y los medios de comunicación. Como lo denuncia Savater (1997) en el Eclipse de la familia de su obra El Valor de educar, ambos padres de familia tienen que trabajar para llevar el sustento al hogar, lo que les impide formar en valores orientados por los derechos humanos universales y dando el ejemplo de que los bienes materiales son más valiosos que valores familiares.

La escuela y los sistemas educativos hacen intentos por cumplir con esta función formadora en valores, pero lo hacen desde un enfoque memorístico, alejado de la vivencia de prácticas sociales guiadas por valores sociales positivos, dando así otro contra testimonio de una vida social respetuosa y solidaria.

La iglesia, en especial la católica, fue descalificada entre otros relatos durante la posmodernidad. Los jóvenes no se sienten atraídos por un credo que hizo

promesas de bondad y amor y que no fueron cumplidas en su totalidad. Las injusticias sociales hacen eco en los corazones de los jóvenes modernos y hacen que rechacen una moral cristiana, católica, que además se ha olvidado de una evangelización desde la vida, con el testimonio, que despierte el deseo de vivir como Cristo. “En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tiene amor los unos por los otros.» Jn. 13 34-35

La educación en valores es una tarea pendiente que debe ser atendida con prontitud, con una estrategia integral que abarque todos los niveles educativos, con un paradigma vivencial, que parta del pensamiento crítico, analítico y reflexivo que posibilite el discernimiento sobre los mensajes enviados a través de las redes sociales y los medios de comunicación masiva.

Esta educación en valores deberá ser continua, basada en la reflexión de casos, sustentada en los derechos humanos universales para evitar ambigüedades. Sin dejar de lado las viejas prácticas pedagógicas como la vivencia del valor del mes o aprender definiciones, requerirá la investigación y propuesta de especialistas en axiología que generen una didáctica de los valores.

Educar desde y con el ejemplo, más que con el discurso, deberá ser uno de los preceptos de esta didáctica. Basada en el respeto a la dignidad humana y la solidaridad social.

Parte fundamental será la educación en valores en las instituciones de nivel superior. Considerando la misión de estas instituciones de formar a los profesionistas que dirigen los destinos del país a través de su servicio profesional, será de importancia capital formar desde un código de integridad y ética académica para general una cultura de profesionalismo que más tarde aplicará a sus ámbitos específicos a través de sus códigos deontológicos.

La formación en valores de las generaciones presentes y futuras de profesionistas debe ser el fulcro sobre el que gire la palanca del cambio. Si los profesionistas son individuos éticos y responsables de sus actos con un fuerte sentido social, solidario, humano y de sostenibilidad serán los testigos de una vida correcta que pone su corazón en lo justo para sí y para la comunidad por sobre los valores materiales. “Ustedes son la luz del mundo; […]. Así alumbre su luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras” Mt 5 13-16

La transformación de la sociedad, esa utopía con la que soñaba San Agustín al describir la Ciudad de Dios o la sociedad ideal basada en la igualdad y la racionalidad que perfiló Tomás Moro, tendrá como base la formación de profesionistas con principios morales sólidos. Esta utopía de una sociedad guiada por una escala de valores más humanitaria se cimenta en un sueño que no es un destino tangible, sino un horizonte que motiva a caminar, luchar y avanzar hacia un futuro mejor.

Bibliografía

Bernal Higuita, F. Y. (2013). Crisis de los valores y de la educación: fruto de la posmodernidad. Cultura, educación y sociedad, 89-101.

Cortés, D. (17 de Marzo de 2025). ¿Qué es el discernimiento? Obtenido de Recursos humanos. Universidad CESUMA: https://www.cesuma.mx/blog/que-es-el-discernimiento.html#:~:text=El%20discernimiento%20es%20un%20proceso%20relevante%20para%20tomar%20decisiones%20informadas,de%20manera%20reflexiva%20y%20acertada.

Sánchez Marín, F. J., Lledó Carreres, A., & Perandones González, T. M. (2012). El aprendizaje desde la perspectiva de los valores. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 103-112.

Varo Peral, A. (s. f.). ¿Qué es la ética? Ética 4t ESO, 1-8.

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