
Hannia Paola Cervantes Armendariz · Estudiante de Licenciatura en Comunicación
En este texto se hablará sobre la concepción del ser humano según Hannah Arendt, la cual se erige como un pilar fundamental en su análisis de la condición humana y su implicación en la vida política. En su obra «La condición humana», Arendt desafía las nociones tradicionales que intentan encasillar al ser humano dentro de una naturaleza fija, argumentando que la esencia del hombre no se encuentra en su biología, sino en su capacidad de acción y creación. A través de la distinción entre labor, trabajo y acción, la autora destaca cómo cada una de estas actividades refleja diferentes aspectos de la vida humana, siendo la acción la más significativa, ya que es el medio por el cual los individuos expresan su libertad y su singularidad en el espacio público. Esta visión pluralista del ser humano no solo contrasta con los regímenes totalitarios que buscan homogeneizar la experiencia humana, sino que también subraya la importancia de la natalidad y el potencial de nuevos comienzos. En este ensayo, se explorará cómo Arendt articula su concepción del ser humano, enfatizando la acción como el vehículo de la libertad y la creación de significado en un mundo en constante cambio. A través de este análisis, hablaremos de la relevancia de su pensamiento en el contexto contemporáneo, donde la individualidad y la acción colectiva siguen siendo cruciales para la vida democrática.
En su obra La condición humana, Hannah Arendt ofrece una reflexión profunda sobre la naturaleza del ser humano, centrándose particularmente en la distinción entre tres actividades fundamentales: labor, trabajo y acción. Cada una de estas actividades, según Arendt, refleja diferentes dimensiones de la experiencia humana, y es en la acción donde se manifiesta de manera más clara y significativa lo que define al ser humano como tal. La labor, por un lado, se vincula directamente con las necesidades biológicas y la supervivencia del individuo, constituyendo un proceso cíclico y repetitivo que no produce algo duradero. Está relacionada con el ciclo de la vida, la reproducción y la satisfacción de las necesidades físicas. Por ejemplo, la alimentación, el descanso y la higiene son parte de esta categoría. Es algo que debe repetirse constantemente y es una de las actividades más cercanas a la naturaleza biológica del ser humano, cuyo fin es el sostenimiento de la vida. El trabajo, en cambio, está relacionado con la creación de objetos duraderos que modifican el mundo en el que habitamos, sirviendo como una respuesta a las necesidades materiales y como un medio para transformar el entorno. Se refiere a la creación de objetos duraderos y está más relacionado con el mundo material. El trabajo implica la construcción de una vida en común y la modificación del entorno para hacerlo habitable. Es un proceso que da como resultado productos más permanentes que la labor, como una casa, una herramienta o una obra de arte. En este sentido, el trabajo permite a los seres humanos dejar una huella en el mundo. No obstante, es la acción lo que, para Arendt, se erige como el verdadero fundamento de la singularidad humana, ya que no solo permite la creación de algo nuevo, sino que, además, establece la posibilidad de manifestar la libertad humana en un contexto social y político.
La acción, en la concepción de Arendt, es el medio a través del cual los individuos se presentan ante los demás, se distinguen y se relacionan con otros en un espacio público. Es una actividad que trasciende el ámbito privado y permite la manifestación de la libertad, ya que, mediante la acción, los individuos tienen la capacidad de iniciar algo nuevo, de cambiar el curso de los acontecimientos y de influir en el mundo de una manera que no está predeterminada por su biología ni por su historia. Arendt destaca que esta capacidad de acción no solo es una forma de expresión individual, sino que también es lo que posibilita la creación de una comunidad, entendida como un espacio de pluralidad, es decir, de convivencia y de interacción entre seres humanos que se reconocen como distintos, pero que, al mismo tiempo, comparten un mundo común. Define al ser humano como un ser libre, refiere a las intervenciones humanas que ocurren en un contexto social, en un espacio público, donde los individuos interactúan y se presentan unos a otros. A diferencia de la labor y el trabajo, la acción no está determinada por necesidades biológicas ni por la creación de objetos materiales. Es el acto de «comenzar algo nuevo» y tiene que ver con la libertad, la política y la creación de significado. Nos permite crear una identidad única en relación con los demás y es el vehículo de la pluralidad humana, ya que nos permite actuar en un contexto social y político, influyendo en el mundo.
La pluralidad es otro concepto crucial en el pensamiento de Arendt. Para ella, los seres humanos son esencialmente pluralidad, lo que significa que no existimos como seres aislados, sino que estamos constituidos por nuestra relación con los demás, en este sentido, no es un simple accidente de la vida humana, sino una de sus características más esenciales, pues sin ella no sería posible la interacción social ni la construcción de una comunidad política. Esta interacción, que se da en el espacio público, es lo que permite a los seres humanos generar una comprensión compartida de su mundo, participar activamente en la toma de decisiones y, en última instancia, construir un futuro común. Arendt argumenta que la existencia humana no se define únicamente por su naturaleza biológica, sino que es la capacidad de los seres humanos para actuar y hablar en conjunto lo que les permite trascender esa naturaleza y conectarse profundamente con los demás, en una relación de igualdad y reconocimiento mutuo.
Este enfoque se vuelve especialmente relevante cuando se considera el contexto en el que Arendt desarrolla sus ideas, especialmente en su crítica a los regímenes totalitarios del siglo XX. Para Arendt, los totalitarismos, al intentar suprimir la individualidad y la capacidad de acción de los seres humanos, representan una amenaza existencial para la humanidad, pues niegan precisamente lo que hace única a la experiencia humana: la libertad de actuar, de iniciar proyectos, de cambiar el curso de la historia. En este sentido, la natalidad, entendida como la capacidad de comenzar algo nuevo, se presenta como el concepto opuesto a la mortalidad, pues simboliza la posibilidad de los seres humanos de crear significado, de transformar el mundo, y de dejar una huella perdurable en la historia.
Esta distinción se refleja en una de las citas más célebres de Arendt: “Los hombres, aunque han de morir, no han nacido para eso sino para comenzar”[1]. Con esta afirmación, Arendt encapsula su visión filosófica sobre la naturaleza humana, subrayando que, a pesar de la inevitabilidad de la muerte, lo que verdaderamente define al ser humano es su capacidad de iniciar algo nuevo, de emprender acciones que alteren el curso de los acontecimientos, y de construir un futuro que trascienda las limitaciones de la biología y de la historia. De esta manera, la acción se convierte en la clave para la creación de un mundo significativo y para la construcción de una comunidad que permita la realización de la libertad y la pluralidad. Arendt resalta una de las características fundamentales de la naturaleza humana según su filosofía: la capacidad de comenzar algo nuevo, lo que se refiere a la acción. Arendt hace una distinción entre la mortalidad humana, que es una realidad inevitable, y la posibilidad de trascender la muerte a través de la acción. Aunque la muerte es parte de la condición humana, lo que realmente define a los seres humanos no es la muerte misma, sino su capacidad para actuar y crear, para hacer algo que trascienda su vida y deje una huella en el mundo.
Por lo cual, la concepción del ser humano que desarrolla Hannah Arendt se centra en la acción como el elemento esencial que define la humanidad. Su enfoque destaca la importancia de la pluralidad, la interacción social y la libertad en la creación de un mundo compartido y significativo. La crítica que Arendt formula a los regímenes totalitarios, al intentar suprimir la capacidad de acción de los individuos, refuerza su idea de que la verdadera esencia humana radica en la posibilidad de iniciar algo nuevo, en la capacidad de actuar en el espacio público y en la construcción de un futuro basado en la libertad y el reconocimiento de la diferencia. La relevancia de su pensamiento es crucial para el análisis contemporáneo de la condición humana, ya que ofrece una reflexión profunda sobre los desafíos que enfrenta la humanidad en un mundo caracterizado por la globalización, la tecnología y las amenazas a la libertad y la pluralidad.
Diferencias entre la concepción humana de Hannah Arendt y la UNIVA
Comparten algunas perspectivas sobre la ética, la responsabilidad y el papel de la educación en la transformación social. Sin embargo, también divergen en sus fundamentos filosóficos, objetivos y enfoques.
- Visión filosófica (Arendt), visión institucional educativa (UNIVA):
- Hannah Arendt ve al ser humano como un animal político, cuyas características fundamentales son la acción, la libertad y la pluralidad. Para ella, el ser humano se define principalmente por su capacidad de iniciar algo nuevo y de participar en la vida pública a través de la acción política. Arendt pone énfasis en la responsabilidad individual y en la creación de un futuro, lo que se concreta en un espacio público donde los individuos se encuentran con otros y, a través de su acción y palabra, construyen el mundo.
- La UNIVA, como institución educativa católica, probablemente tiene una visión del ser humano influida por principios teológicos y morales. La visión de la humanidad en la UNIVA podría centrarse en el ser humano como ser creado a imagen de Dios, con un propósito moral y espiritual que implica la búsqueda del bien común y el desarrollo de la virtud. La enseñanza en este tipo de universidades suele enfatizar el crecimiento personal y ético de los individuos, con énfasis en valores cristianos como la solidaridad, la justicia y la dignidad humana.
- La acción como definitoria del ser humano (Arendt) el ser humano como parte de un plan divino (UNIVA):
- Hannah Arendt resalta que lo que realmente define al ser humano es su capacidad de acción: actuar en el espacio público, interactuar con otros, y crear nuevas realidades. Arendt rechaza las explicaciones deterministas sobre el ser humano, como la biología o el destino, y pone el foco en la libertad individual de emprender nuevas iniciativas, lo que tiene un impacto directo en el mundo y en la historia.
- En la UNIVA, el ser humano se ve como parte de un plan divino, con una vocación trascendental que va más allá de su existencia terrenal. Esta visión no necesariamente niega la acción humana, pero pone un énfasis particular en la moralidad y el sentido trascendental de las acciones, considerando que el ser humano tiene una misión ética guiada por los principios cristianos.
- Pluralidad (Arendt) comunidad (UNIVA):
- Arendt subraya la importancia de la pluralidad en su concepción del ser humano, lo que significa que la condición humana se define por la convivencia de individuos distintos. Cada persona es única y la interacción política es enriquecida por la diferencia, lo que permite el debate, la acción y la creación del mundo común.
- En cambio, la UNIVA puede ver a la comunidad como un espacio donde los individuos deben unirse en torno a valores comunes, especialmente los valores cristianos. Si bien también puede reconocer la pluralidad en términos de diversidad, la comunidad universitaria de la UNIVA podría tener un enfoque más orientado hacia la unidad de principios éticos y morales que guíen el desarrollo del ser humano dentro de un marco cristiano.
- Responsabilidad individual (Arendt) responsabilidad colectiva (UNIVA):
- Para Hannah Arendt, la responsabilidad es profundamente individual. En su reflexión sobre la «banalidad del mal», Arendt argumenta que incluso las personas que parecen normales y ordinarias tienen la responsabilidad de actuar éticamente, de pensar por sí mismas y de no ceder a las presiones sociales o de autoridad. La responsabilidad, en su obra, está ligada al juicio individual y a la capacidad de reflexionar sobre las propias acciones y su impacto en el mundo.
- La UNIVA, como universidad católica, podría tener un enfoque más colectivo de la responsabilidad, enfatizando la solidaridad social y el compromiso con el bien común. En este marco, la responsabilidad individual se concibe dentro de un contexto de responsabilidad social, familiar y comunitaria, guiada por principios cristianos y valores como la justicia social y la ayuda al prójimo.
- La libertad (Arendt) el libre albedrío cristiano (UNIVA):
- En la visión de Arendt, la libertad es la capacidad de actuar sin ser determinado por fuerzas externas, y se asocia a la posibilidad de iniciar algo nuevo. La libertad, para Arendt, no está ligada a una moralidad universal, sino a la capacidad de crear y transformar la realidad social.
- En la UNIVA, la libertad también se entiende como libre albedrío, pero en un contexto cristiano. La libertad humana es vista como la capacidad de elegir el bien (y la gracia divina) frente al mal, y se asocia con el cumplimiento de la voluntad divina. Así, la libertad tiene un componente más ético y moral que está en línea con los valores cristianos, lo que guía al ser humano a tomar decisiones conforme a un orden moral superior.
La concepción del ser humano de Hannah Arendt se basa en la libertad individual, la acción política y la pluralidad, poniendo énfasis en la capacidad del ser humano para iniciar cambios y crear un futuro. En contraste, la visión de la UNIVA se basa en una cosmovisión cristiana, donde la libertad y la responsabilidad están vinculadas a principios morales y espirituales definidos por la fe y el bien común. Ambas visiones presentan una concepción profunda del ser humano, pero con enfoques diferentes respecto a la libertad, la acción y el propósito último de la vida humana.
Conclusión
Hannah Arendt, en su obra, propone que la acción es fundamental para la existencia humana. A diferencia de la labor y el trabajo, que están más relacionados con la necesidad y la producción, la acción se sitúa en el ámbito de lo político y lo social. Esta capacidad de actuar no solo permite a los individuos expresar su libertad, sino que también les da la oportunidad de iniciar cambios y crear significados compartidos.
La pluralidad es un concepto clave en su pensamiento. Arendt sostiene que vivimos en un mundo donde las diferencias entre las personas son esenciales para una vida política vibrante. La interacción entre individuos diversos en el espacio público es lo que enriquece nuestras comunidades. En este sentido, cada acción realizada por un individuo tiene el potencial de influir y transformar a los demás, generando así un tejido social dinámico.
Además, su crítica a los regímenes totalitarios resuena fuertemente aquí. Estos sistemas buscan uniformar las experiencias humanas, eliminando la pluralidad y silenciando las voces individuales. Para Arendt, esto no solo es una pérdida de libertad, sino también un empobrecimiento de la vida pública y política. La acción se convierte entonces en un acto de resistencia; al actuar y participar en el espacio público, los individuos pueden desafiar las narrativas impuestas y contribuir a una sociedad más rica y diversa.
En conclusión, Arendt nos invita a valorar nuestra capacidad de acción como un medio para construir comunidades democráticas donde cada voz cuenta y donde la pluralidad se celebra como una fortaleza. Es un llamado a abrazar nuestra humanidad compartida mientras reconocemos nuestras diferencias.
[1] Hannah Arendt, La condición humana, trans. Ramón Gil Novales (Chicago: University of Chicago Press, 1958), 9.