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Concepción del ser humano de Sócrates

Salma Sofía Villagrana Mendoza · Estudiante de licenciatura en Comunicación

La concepción del ser humano ha sido una cuestión central en la historia de la filosofía, llevada a cabo desde múltiples perspectivas y tradiciones a lo largo de los siglos. En este sentido, Sócrates se destaca como uno de los primeros pensadores en ofrecer una reflexión profunda sobre la naturaleza humana, cuestionando no solo los valores y costumbres de su tiempo, sino también los fundamentos éticos que guían la vida de las personas. Su enfoque se centró en el autoconocimiento y en la búsqueda de la virtud, proponiendo que el verdadero propósito de la existencia humana empieza en el perfeccionamiento del alma y en vivir una vida que valga la pena ser examinada.

La filosofía socrática, conocida por su método dialógico, revolucionó la manera en que los seres humanos entendían su papel en el mundo. En un contexto histórico donde predominaban las explicaciones míticas y tradiciones religiosas, Sócrates rompió con los esquemas tradicionales para proponer una visión del ser humano basada en la razón, la ética y la introspección. Su afirmación de que “la vida no examinada no merece ser vivida” no solo es una de las frases más icónicas de la filosofía, sino también una reflexión sobre nuestras acciones, valores y aspiraciones.

Este trabajo tiene como objetivo analizar la concepción del ser humano según Sócrates, destacando que, para él, lo más importante era la virtud y cuidar el alma, por encima de las riquezas o el éxito. A través de sus diálogos y enseñanzas, Sócrates invita a los individuos a priorizar aquello que realmente contribuye al bienestar integral.

Además, se comparará esta visión con la antropología filosófica católica y cristiana, que también otorga un lugar central al alma, pero destaca en una relación directa con Dios y la búsqueda de la salvación. Mientras Sócrates enfatiza la virtud como un ideal humano alcanzable mediante el esfuerzo racional, la tradición cristiana incorpora una dimensión trascendental en la que la gracia divina juega un papel crucial en la realización plena del ser humano.

Finalmente, este análisis ayudará a entender cómo las ideas de Sócrates y la antropología cristiana y católica nos ayudan a resolver preguntas clave sobre la vida, cómo: ¿Qué significa ser virtuoso? ¿Cómo alcanzar la plenitud? ¿Qué papel juega la trascendencia en nuestra vida? Estas preguntas, que han sido importantes a lo largo de la historia, siguen siendo relevantes para los retos éticos y espirituales de hoy. Al final, este trabajo buscará reflexionar sobre el valor de estas ideas en nuestra búsqueda del sentido de la vida

La concepción del ser humano según Sócrates

Para Sócrates, la esencia del ser humano empieza en su capacidad para reflexionar sobre sí mismo, buscar la virtud y cuidar su alma. En Apología de Sócrates, Platón retrata a Sócrates como un hombre que, al ser acusado de corromper a la juventud y de impiedad, defendió su vida filosófica ante el tribunal ateniense, afirmando que su misión era un servicio a la verdad y a la justicia. Según él, el ser humano debe dedicarse a examinar su vida, porque “la vida no examinada no merece ser vivida” (Apología de Sócrates, 38a)1.

Esta idea socrática implica que el ser humano debe cuestionar constantemente sus creencias, actitudes y valores. Sócrates afirmaba que la verdadera sabiduría no consiste en acumular conocimientos, sino en ser consciente de la propia ignorancia. Como él mismo señala: “La conciencia de los límites del propio saber constituye una sabiduría propiamente humana, por oposición al conocimiento acabado y perfecto, que sería más bien exclusivo de los dioses” (Apología de Sócrates, 23a-23b)2. Para Sócrates, reconocer nuestra ignorancia no es una debilidad, sino una fuerza que permite abrirse al aprendizaje y a la mejora continua. El ser humano, al ser imperfecto, puede alcanzar la sabiduría solo a través del cuestionamiento y la auto examinación.

Este proceso de autoconocimiento y reflexión es el camino hacia la virtud, para Sócrates, la cual define como la excelencia del alma. A diferencia de otras filosofías que priorizan el bienestar material, Sócrates veía la virtud como el bien supremo. En sus diálogos, la preocupación por el alma es central, y él considera que la verdadera riqueza no se localiza en lo externo, sino en el cuidado del alma. Como menciona en Apología de Sócrates: “No se preocupen tanto de sus cuerpos y de las riquezas, ni tan intensamente como del alma, a fin de que ésta llegue a ser lo mejor posible” (Apología de Sócrates, 29d)3. Esta declaración da a conocer la importancia de crear una vida interior rica, ya que el bienestar del alma es lo que da sentido a la existencia humana. La sociedad y la cultura ateniense de su tiempo, al igual que la nuestra, a menudo tienden a valorar el éxito material y la fama, pero Sócrates proponía una alternativa radical: el bienestar del alma debe ser la prioridad.

Al mismo tiempo, la virtud, para Sócrates, no es un concepto abstracto, sino algo práctico que se refleja en la manera en que vivimos nuestras vidas. A través del diálogo y la refutación, Sócrates desafiaba a sus compañeros a cuestionar sus creencias, a reconocer sus contradicciones y a buscar una comprensión más profunda de la virtud. Como él mismo explica, su tarea era “exhortar a una vida verdaderamente humana, que dé más importancia a la virtud y los bienes del alma que al bienestar material” (Apología de Sócrates, 23)4.

En este sentido, Sócrates explica que el ser humano no es simplemente un ser racional, sino también un ser moral. La razón, desde su perspectiva, es una herramienta para alcanzar la virtud, pero no es suficiente por sí sola. La ética y la moral son inseparables del conocimiento y del pensamiento, pues una vida ética es también una vida racional, orientada a la búsqueda de la verdad. Esto hace que Sócrates se distinga de otros pensadores de su tiempo, que priorizaban la explicación del mundo físico y los fenómenos naturales. Mientras que los presocráticos y sofistas se centraron en el estudio del cosmos y el conocimiento técnico, Sócrates dirige la atención hacia la moralidad y el autocuidado del alma, y su famosa declaración “la vida no examinada no merece ser vivida” (Apología de Sócrates, 38a)5 refleja su compromiso con la ética y el autoconocimiento como las claves para una vida plena.

Un aspecto fundamental de la concepción socrática del ser humano es la importancia de la comunidad. Aunque Sócrates defendió el individualismo en cuanto a la búsqueda de la verdad, también dice que el ser humano es, por naturaleza, un ser social.

Sócrates mostraba con su enseñanza y diálogo que la sabiduría no es algo personal, sino algo que se crea y comparte con los demás. Para él, reflexionar no era solo para el mismo, sino para ayudar y beneficiar a la comunidad, por el bien común de todos.

El juicio de Sócrates y su eventual condena a muerte también dan a notar otro aspecto de su concepción del ser humano: la disposición a mantener la integridad moral, incluso frente a la adversidad. Sócrates se niega a abandonar sus principios, incluso si ello le cuesta la vida, y en su última intervención ante el tribunal, declara: “Prefiero morir perseverando en mis convicciones, antes que seguir viviendo a costa de sacrificarlas y dañar así mi propia alma” (Apología de Sócrates, 38b) 6. Este acto de firmeza ante la muerte es una clara demostración de la importancia que Sócrates le da al alma por encima de cualquier otro bien, incluyendo la vida misma.

La visión de Sócrates sobre el ser humano sigue siendo muy actual, en un mundo donde muchas veces solo se busca la satisfacción superficial y material, sus enseñanzas nos invitan a reflexionar sobre lo que en realidad importa.

Su filosofía destaca la necesidad de cuestionar nuestras creencias, vivir con principios éticos y desarrollar nuestra sabiduría interior. Para Sócrates, el ser humano alcanza su mayor potencial cuando busca el conocimiento y cuida de su alma. Su enfoque en la virtud y la ética como pilares de la vida nos ofrece una guía para vivir con propósito e integridad, tal como él lo demostró.

Similitudes y diferencias entre la concepción socrática del ser humano y la antropología filosófica católica y cristiana

La concepción del ser humano en la filosofía de Sócrates pone un fuerte enfoque en la razón y la virtud como los elementos principales de la vida humana. Para Sócrates, el ser humano es esencialmente un ser pensante cuya naturaleza se entiende a través del autoconocimiento y la búsqueda de la verdad. En su defensa ante el tribunal, Sócrates expone la necesidad de examinarse a uno mismo y vivir de acuerdo con la virtud, ya que “la vida no examinada no merece ser vivida” (Apología de Sócrates, 38a)7. Esta búsqueda de la virtud y la verdad no es solo un esfuerzo racional, sino una cuestión ética que implica cuidar del alma y vivir según principios elevados.

Por otro lado, la antropología filosófica católica y cristiana también pone énfasis en la importancia del alma, pero dentro de un contexto teológico. En estas tradiciones, el ser humano es creado por Dios, y su dignidad y propósito están ligados a una relación con el Creador. Donde el ser humano está dotado de libre albedrío, lo que le permite elegir entre el bien y el mal, y su existencia se entiende como una llamada a la salvación a través de Jesucristo. Mientras que Sócrates consideraba que el ser humano debía buscar la virtud de manera propia a través de la razón, las tradiciones católica y cristiana sostienen que la virtud es guiada por la gracia divina y no solo se enfocan en la moralidad interna del individuo, sino también su relación con Dios para alcanzar la salvación eterna.

Una de las principales diferencias entre la concepción socrática y la católica y cristiana es el enfoque hacia la divinidad. Sócrates, aunque menciona a los dioses en su contexto cultural, no los coloca como el eje central de la vida humana. Para él, el ser humano debe alcanzar la virtud y la sabiduría mediante la razón, y la vida buena se construye a través del esfuerzo humano.

En su defensa, Sócrates afirma que su misión no es contraria a los dioses, pero no propone una relación personal con ellos. Como menciona en Apología de Sócrates, “el conocimiento del bien es lo que lleva al hombre a actuar rectamente” (Apología de Sócrates, 29d)8.

A diferencia que la antropología católica y cristiana subrayan la importancia de la relación personal con Dios, un aspecto ausente en la visión socrática. Para estas, la salvación no puede alcanzarse únicamente mediante el esfuerzo humano, sino que depende también de la gracia divina y de la revelación de Dios en Jesucristo. La moralidad, en este sentido, está vinculada a los mandamientos de Dios, y el fin último del ser humano no es solo alcanzar la virtud en esta vida, sino alcanzar la salvación eterna en el más allá. Esta diferencia refleja un contraste fundamental: mientras Sócrates aboga por una moralidad alcanzable a través de la razón humana, estas dicen que el ser humano necesita la ayuda divina para lograr su plenitud y salvación.

A pesar de estas diferencias, existen algunas similitudes notables entre ambas perspectivas. Tanto Sócrates como la antropología católica y cristiana coinciden en la importancia del alma. En Apología de Sócrates, Sócrates subraya que “el alma es lo más importante y no debe ser descuidada” (Apología de Sócrates, 29d)9, lo que resalta una preocupación común entre ambas tradiciones sobre el bienestar del alma. Además, tanto en la filosofía socrática como en estas, la virtud es central. Sócrates considera que la virtud es el bien más alto y se logra mediante la razón y el autoconocimiento, mientras que en la católica y cristiana, la virtud también es vista como un bien supremo, pero guiado por los principios de la fe y la moral divina.

Otra similitud importante es el énfasis en la vida ética y la necesidad de vivir de acuerdo con principios morales elevados. Para Sócrates, vivir sin cuestionar la propia vida y sin esforzarse por alcanzar la virtud, es vivir de manera superficial y vacía, una idea que se comparten en las enseñanzas católicas y cristianas sobre la importancia de vivir según los valores de estas, y las enseñanzas de Jesucristo. En ambas perspectivas, el ser humano no es meramente un ser material, sino un ser con una responsabilidad moral que va más allá de lo físico y material.

Finalmente, la idea de Sócrates sobre buscar la verdad mediante el diálogo y el cuestionamiento tiene puntos en común con la visión católica y cristiana, donde la verdad se busca no solo con la razón, sino también a través de la fe.

En sí, tanto como Sócrates y la visón católica-cristiana, valoran la virtud, el cuidado del alma y vivir éticamente, pero cada una con sus propias características.

Conclusión

A lo largo de este trabajo, hemos explorado la concepción del ser humano según Sócrates y cómo sus ideas se oponen y complementan las ideas de la antropología filosófica católica y cristiana. Si bien ambas tradiciones se centran en la importancia del alma y la virtud, sus enfoques son distintos, principalmente en lo que respecta a la relación del ser humano con lo divino y la fuente de su salvación y moralidad.

En primer lugar, la concepción socrática del ser humano destaca la centralidad de la razón y el autoconocimiento en la vida moral. Para Sócrates, el ser humano es esencialmente un ser racional que debe dedicarse a examinarse a sí mismo para alcanzar la virtud. La frase de Sócrates “la vida no examinada no merece ser vivida” (Apología de Sócrates, 38a)10 enfoca esta idea de que la verdadera realización humana solo es posible mediante una reflexión profunda sobre nuestros propios valores y acciones. Sócrates dice que el conocimiento de uno mismo es el primer paso hacia la virtud, y que la sabiduría no es una acumulación de información, sino un reconocimiento de la propia ignorancia. A través de la razón, el ser humano puede llevar su vida hacia el bien, y es en este proceso de auto examinación y reflexión donde nace la verdadera dignidad humana.

En otro caso, la tradición cristiana y católica ofrece una visión del ser humano donde, aunque la razón y la moralidad son importantes, la salvación y la virtud dependen no solo del esfuerzo humano, sino también de la gracia divina. La concepción del ser humano para estas, son ligadas a la creencia en un Creador que ha dado un propósito y una dignidad a la vida humana. Donde el ser humano no solo debe preocuparse por la moralidad interna y el autoconocimiento, sino que su último destino está marcado por su relación con Dios y su aceptación a través de Jesucristo. La salvación, a diferencia de la socrática, no depende únicamente de la razón humana, sino que se ve como un don divino.

En relación con lo divino, una de las diferencias más grandes entre estas concepciones es que Sócrates no coloca a los dioses en el centro de su visión del ser humano. A pesar de que si menciona a los dioses, la moralidad y la virtud es lo que predomina en su pensamiento. En contraste, en la tradición de la católica y cristiana, que la relación con Dios es fundamental. La moralidad católica y cristiana se basa en seguir los mandamientos de Dios en el ejemplo de Jesús, hay mucho enfoque en oraciones, fe, y gracia divina, lo que marca un contraste grande con la visión socrática.

A pesar de estas diferencias, también hay algunas similitudes, como que estas coinciden en que el ser humano no es solo un ser material, sino un ser espiritual con un propósito trascendental. Sócrates enfocándose en la virtud y la sabiduría, y el catolicismo y cristianismo en la búsqueda de la salvación y la vida eterna con Dios.

Ambas perspectivas coinciden en que vivir éticamente es esencial para alcanzar el bienestar y la plenitud del ser humano, aunque los medios para alcanzar la virtud y la salvación sean diferentes.

Las enseñanzas de Sócrates y las de la tradición católica y cristiana nos ofrecen modelos poderosos para reflexionar sobre lo que realmente define al ser humano: la capacidad de vivir con propósito, virtud y conciencia moral. Aunque las bases sean diferentes, ambas enseñanzas dicen que el ser humano debe pasar lo material y vivir según principios que favorezcan el bienestar del alma.

En conclusión, las concepciones del ser humano de Sócrates y las de la tradición católica y cristiana, dan visiones diferentes sobre el destino y concepción del ser humano, pero también tienen algunos puntos en común. La reflexión sobre estas ideas nos invita a cuestionarnos sobre el sentido de nuestra existencia y a vivir con conciencia de nuestra responsabilidad moral y espiritual.

Bibliografía

Platón. Apología de Sócrates. Traducción de Alejandro G. Vigo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2014.

 

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