
LORENA SHIREL ANAYA OLEA y ÓSCAR GIAN BECERRA AYALA · Estudiantes de Bachillerato
Quisiéramos empezar diciendo que la culpa no es del mexicano o del inmigrante, sino de todas aquellas personas que no aprovechan la oportunidad de una mejor vida que Estados Unidos ofrece, prefiriendo robar, asesinar o cometer actos delictivos, afectando así la imagen de todos los latinos.
El pasado jueves 6 de febrero aterrizó el primer avión con inmigrantes detenidos en Cuba, en la prisión y base de Guantánamo, donde se busca retener a estos migrantes, esperando que lleguen incluso 30 mil de ellos. Esto presenta un problema legal, puesto que anteriormente se detenía a los inmigrantes en alta mar, antes de llegar a Estados Unidos. Ahora, se les está despojando de sus casas, deteniendo completamente su vida y privándoles de su libertad.
Salió al aire un reportaje en el que se señala que 10,900 migrantes han sido regresados a México, de los cuales el 99.999 % no son delincuentes; al contrario, son personas trabajadoras. Lo peor de estos arrestos no significa una deportación automática, sino una investigación del individuo que toma tiempo. Como ya mencioné, esto implica una privación de libertad, lo cual es injusto, ya que no se hace sin un argumento válido. Su único «delito» ha sido buscar una mejor vida.
Incluso aquellos que cuentan con documentos legales temporales, que van de 6 a 12 meses y se encuentran vencidos, si exceden su estadía, son arrestados sin poder dar explicación alguna y sin la libertad de alzar su voz.
Juan Ramón de la Fuente, secretario de Relaciones Exteriores, declaró públicamente que ningún hermano o hermana mexicana irá a la prisión naval de Guantánamo, puesto que cuando salió la noticia de los inmigrantes, se envió automáticamente una nota al gobierno de Estados Unidos diciendo que el país recibirá a todos los mexicanos que así lo deseen.
Con esta información, me gustaría que tomemos conciencia y, a pesar de no poder ayudar, podamos ser empáticos.
Por eso, el siguiente escrito, que esperamos, toque su corazón.
Sé que el amor existe porque cada uno de nosotros aquí lo siente. Sé que el amor existe porque, aun con guerras, sufrimiento, pobreza y hambre en el mundo, estamos aquí reunidos, apoyando y escuchando. Sé que el amor existe porque esta escuela UNIVA me lo ha mostrado. Todos aquí tenemos a alguien sufriendo; todos hemos llorado y vivido algo que nos ha cambiado, algo que parecía no acabaría, que el dolor nunca se desvanecería.
El mes de febrero, es un mes para celebrar el amor y la amistad, los invito a reflexionar sobre lo que es el amor y la amistad, y sobre a quién elegir darlo. Espero que esto no sea su realidad ni la de su familia, pero en aquellos lugares donde muchos persiguen sueños y donde tantos buscan una nueva vida, hay almas sufriendo, como la suya y como la mía: tíos, abuelos, hermanos, amigos, parejas, niños y jóvenes como tú y como yo, que no tienen la culpa de haberse marchado en busca de nuevas oportunidades que lamentablemente no pudieron encontrar aquí.
Hay niños que han dejado de ir a la escuela por miedo a lo que pueda pasar si salen de casa. Imaginen por un momento que sus padres, tutores, abuelos o incluso ustedes, no pudieran salir ni a trabajar, no pudieran hacer las compras, no pudieran llevar un plato a la mesa, comprar flores el 14 de febrero. ¿Qué culpa tiene quien quiere comer? ¿Qué culpa tiene quién se muda en busca de una mejor vida? ¿Qué culpa tiene quién gana el pan de cada día honestamente? ¿Qué culpa tiene quien trabaja hasta las 10:00 de la noche? Los granjeros, campesinos, agricultores, jardineros, albañiles… ellos son nuestros, los que dejamos de lado y a quienes miramos para otro lado.
No es justo. No lo es. Sé que lo piensan, sé que lo dicen. La vida no es justa, pero los invito a alzar su voz, a dejar esas pantallas, a disfrutar este día, a orar para que, si hay un Dios allá arriba, nos escuche. No los culpo si no les importa, ni mucho menos si lo que digo les viene y les va. No es su obligación que les impacte lo que no les ha de afectar. Es por amor, el querer ayudar, el querer escuchar, el concientizar.
Si algo podemos hacer, es con amor tratar de impulsar el mensaje que, con mucha pena, personas de este país hoy tienen que enfrentar. Por eso sé que existe el amor, porque con amor nuestras voces llegarán mucho más lejos. Esperemos que el sufrimiento que atraviesan hermanos, hermanas, amigos y familiares pare, y que podamos reunirnos con ellos una vez más.
Deseamos que los mexicanos que están luchando por conservar sus casas y vidas puedan volver a su rutina normal y disfruten una vez más de cosas como estos días del amor y la amistad.
Amigos inmigrantes mexicanos y latinos, esto es para ustedes.